Jorge García Riart
Doctor en Educación Superior
Las escuelas se transformarán en museos. Así de contundente es el inicio (p. 24) de uno de los trabajos más inspiradores de Nicholas Negroponte intitulado El Mundo Digital, del cual vale la pena extractar algunas claves del futuro de la educación.
El reconocido director norteamericano del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts explica que con la irrupción de nuevas tecnologías y aplicaciones la verdadera brecha no será socioeconómica (pobres y ricos) sino generacional (p. 23).
A los niños y a los jóvenes les parecerá natural la aparición de nuevos artefactos o programas informáticos porque la manera en que aprenderán será por exploración. Esto quiere decir que una gran parte de la enseñanza se adquirirá informándose uno mismo (p.293).
Dice Negroponte que, antes de la computadora, la tecnología en la enseñanza se limitaba a los audiovisuales y a la educación a distancia por televisión. Esto no hace otra cosa que fomentar la pasividad. En el futuro, se puede pedir a los niños que diseñen lo que ven en pantalla.
Los libros, en las escuelas imaginadas por Negroponte, no tendrán páginas. Surgirán los multimedios y el hipertexto que potenciarán al mismo tiempo la capacidad de realizar nuevos argumentos o elaborar nuevas ideas sean estas “ignoradas o invocadas”.
Lo irónico, según el fundador de la iniciativa “One laptop per child”, presentada en el Foro Económico Mundial en 2006, es que los niños mejorarán la lectura y la escritura. “Escribirán en Internet para comunicarse, no sólo para realizar algún ejercicio abstracto y artificial (p. 297)”.
Podemos decir que no son tantos los niños y los jóvenes que fracasan sino sus entornos. “Lo que pasa es que los entornos son incapaces de enseñar (…) el ordenador cambia esta situación capacitándonos para llegar a los niños con estilos cognitivos y pedagógicos diferentes” (p.292).
En resumen, la ventaja de la enseñanza digital será que los niños podrán ver lo mismo desde distintas perspectivas. Esto romperá radicalmente con el método conductista de la clase. Los niños aprenderán muy rápido y el lenguaje de programación y de creación será común (pp. 337-8).
Si usted piensa que las características descriptas ya están pasando en el entorno escolar de su hijo o de su hija, déjeme decirlo que la primera edición del libro de Negroponte es de 1995. En cuatro años más, los vaticinios del célebre experto multimedia cumplirán 30 años.
En el Uruguay, estas ideas fueron aterrizadas en la iniciativa “Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea” (Plan CEIBAL). Gran parte de cómo este país contuvo la crisis educativa en pandemia puede ser explicada por la decisión ya introducida 15 años antes por el gobierno de Tabaré Vázquez.
En el Paraguay, se realizaron implementaciones experimentales auspiciosas en 35 escuelas de Caacupé gracias al empeño de un grupo de jóvenes que conoció al fundador del MIT Media Lab. En 2008, se constituyó Paraguay Educa como soporte institucional para dirigir el proyecto y otras acciones complementarias.
A pesar de las motivaciones iniciales, “Una computadora por niño” no pudo ser extendida como política pública en todas las escuelas del país. Si la decisión hubiera sido oportuna hace 13 años atrás ¿cómo hubiéramos enfrentado la suspensión de clases presenciales en el 2020 y en el 2021?
Hoy ya no se distribuyen laptops, se entregan tablets a los chicos. Quizás sea necesario repartir smartphones con control parental. O quizás sea necesario disponibilizar en las escuelas todo eso y muchos más, sobre todo en sectores vulnerables para que la brecha generacional no sea también reproducción de la brecha económica.
Quizás tengamos que reconvertir muy profundamente las escuelas en telecentros aun creyendo que es necesaria salvarlas del impacto del cambio tecnológico. A medida que se acelere la interconexión, mucho de los valores del Estado-nación cambiarán –escribió Negroponte–; una de esas variaciones será la preservación de la educación pública del modo tradicional.