Por Paul Cormier
Presidente y CEO, Red Hat
El 2020 nos enseñó muchas cosas en términos laborales y gestiones empresariales, como la gestión de nuestros datos. Como una alternativa viable surgió la nube híbrida, la cual se destaca porque combina sistemas y aplicaciones locales y tradicionales con la próxima generación de cargas de trabajo e infraestructuras nativas de la nube. Lo híbrido plantea un nuevo escenario, al poner en control de las empresas las tecnologías que desea usar para acceder a nuevas capacidades e impulsar la transformación y las cargas de trabajo donde quiera.
Hasta ahora se contemplaba a lo híbrido como algo circunscrito casi exclusivamente a la tecnología o a un área de TI. Pero ante los distintos desafíos laborales que se plantearon desde el año pasado, se puede plantear a este concepto como algo global a todo el negocio.
¿Cómo combinamos las condiciones de teletrabajo mientras mantenemos nuestro compromiso con los clientes, usuarios finales o ciudadanos? ¿Qué podemos hacer para mantener los sistemas críticos en funcionamiento con recursos limitados? ¿Cómo podemos ampliar nuestra capacidad para satisfacer la creciente demanda de servicios frente a una dinámica mundial incierta?
Al igual que sucede en la TI empresarial, no existe una solución milagrosa para las condiciones a las que nos enfrentamos. Nadie podría haber predicho o planificado las ramificaciones a nivel social, económico y personal que afectan al mundo entero; pero tenemos una opción. Este contexto también demostró que se pudo salir adelante, evolucionar por decirlo de alguna manera, en parte a adoptar conceptos de organización híbrida.
Esta evolución comienza con una historia de tecnología, o al menos una historia de demanda tecnológica. Cualquiera sea el usuario final de una organización, ya sea un cliente tradicional, un ciudadano u otra empresa, la forma en que consume servicios y aplicaciones está cambiando. Se observa una avidez por las ofertas a pedido, accesibles las 24 horas del día, todos los días del año, sin importar la ubicación geográfica del usuario final. Esta demanda no puede ser atendida únicamente mediante sistemas informáticos tradicionales como CRM o ERP, aunque estos sistemas son fundamentales para ofrecer el servicio integral que exigen los usuarios finales.
En lugar de dejar de lado los activos existentes por la exuberante amplitud de la nube pública, las organizaciones están transformando sus infraestructuras de TI para aprovechar lo que ya tienen y al mismo tiempo se inclinan hacia los activos nativos de la nube. Esto significa construir sobre el pilar de sistemas heredados en lugar de descartarlos por completo, lo cual demostró ser una buena base de las aplicaciones híbridas. Los servicios brindados por estos sistemas se incorporan a los modernos flujos de trabajo de los desarrolladores que abarcan la inteligencia artificial (IA) y el análisis avanzado, entre otros, y dan origen a aplicaciones que combinan lo antiguo con lo nuevo.
Sin embargo, ejecutar estas aplicaciones en función de las necesidades requiere contar con una infraestructura de nube híbrida; los centros de datos corporativos por sí solos no pueden escalar, al menos no conforme a un presupuesto razonable, para satisfacer las demandas de los usuarios modernos. Algunos recursos seguirán existiendo en espacios físicos, virtualizados o de nube privada con el control que proporcionan estos entornos; otros, a menudo varios, aprovecharán la escalabilidad y el poder de la nube pública.
Estas aplicaciones transformadas que se ejecutan en la nube híbrida necesitan procesar grandes volúmenes de datos más próximo a donde se generan. Los costos y la latencia asociados con el envío de cada solicitud a un centro de datos central o a una región de la nube no son viables ni aceptables para el usuario final, lo que ha dado lugar al surgimiento del edge computing, en donde los recursos de procesamiento residen en el borde (edge) de la red.
Estas demandas y tecnologías necesitan apoyarse en una base de estándares abiertos. De no existir esta estandarización común y código transparente, corremos el riesgo de terminar con fragmentaciones o silos que fácilmente podrían echar por la borda todos los beneficios tecnológicos que hemos logrado en la última década. Por lo que no sólo se trata de la nube híbrida, sino de la nube híbrida abierta.
Al mismo tiempo, las estructuras organizacionales tradicionales también deben evolucionar; necesitan atender la demanda del teletrabajo y equilibrarlo con el mantenimiento de servicios críticos. Necesitamos construir la organización híbrida abierta sobre la nube híbrida abierta.
La nube híbrida es una combinación de las tecnologías existentes y el futuro; la organización híbrida es lo mismo. Tomamos lo que ya hemos hecho y le sumamos nuevas estrategias para el negocio, ya sea el teletrabajo, servicios digitales ampliados o nuevas ofertas para el usuario final. Es una mezcla de lo viejo y lo nuevo, creando algo que es mayor que la suma de sus partes.
Red Hat ha ayudado a que la nube híbrida sea un recurso corriente en la tecnología empresarial, permitiendo que las organizaciones adapten sus entornos informáticos tradicionales a las aplicaciones e infraestructuras nativas de la nube. Hoy, frente a la cambiante dinámica mundial, creo que podemos ayudar a hacer lo mismo a una mayor escala organizacional. No se trata de volver a la normalidad; se trata de volver a algo mejor que lo normal.