Karina Hugo
Especialista en Educación y Creadora de modelos pedagógicos.
La pandemia del Covid 19, no sólo interrumpió la educación de toda una generación de estudiantes, sino que además agudiza otro problema latente en el Paraguay: la deserción escolar y la desmatriculación.
En el país, mucho antes de la pandemia ya veníamos enfrentándonos a una crisis de aprendizaje que con la pandemia se ha agravado, afectando sus consecuencias especialmente al alumnado en riesgo de exclusión social.
Si bien antes del Covid 19, ya había escolares en riesgo, tanto de entornos socioeconómicos desfavorecidos, de culturas originarias, migrantes y minorías como los estudiantes con discapacidades y distintas diversidades, que de por sí ya se encontraban fuera del sistema, con la pandemia que ha traído el cierre de las instalaciones de muchas instituciones educativas, así como la falta de propuestas incluyentes e inclusivas, se corre el riesgo de que estos grupos queden aún más rezagados, o incluso abandonen definitivamente sus estudios académicos.
Los asuntos de la deserción escolar y la desmatriculación, históricamente han sido problemáticas preocupantes en el panorama de la educación paraguaya. Con la formación en línea que llega al escenario con la pandemia, a su vez emergen las desigualdades socioeconómicas, con el escollo principal de no poder seguir las clases virtuales porque un significativo porcentaje de estudiantes no tiene equipo o internet en casa.
Ante esta realidad-país, urge dar lugar a las respuestas creativas desde los diferentes sectores representativos del mapa educativo nacional, para paliar las dificultades de conectividad y acceso a internet a los que se enfrentan las familias más vulnerables con otras propuestas y otros recursos que amplíen las alternativas de acceso al conocimiento y a la información.
En el Paraguay nos encontramos al borde de dejar fuera del sistema social y cultural a muchos niños y jóvenes, ya que por cada niño o adolescente que abandone la escuela, habrá un adulto condenado al desempleo y eventualmente a la marginalidad y a la delincuencia. En este contexto de desigualdades, la falta de propuestas paliativas para los grupos más vulnerables y actualmente excluidos de la oportunidad de proseguir con sus estudios en tiempos de pandemia, nos conduce a la silenciosa gestación de una futura sociedad con altos y peligrosos índices de inequidad.
La UNESCO estima que en todos los niveles, desde el preprimario hasta el universitario, al no tomar las medidas necesarias, se corre el riesgo de no regresar a la escuela después de la pandemia.
Un país como el nuestro, no soportaría un desastre generacional que ahondará los ya consabidos déficit sociales productos de una educación con tan bajos resultados de aprendizaje. Estamos a tiempo de enfrentar esta crisis sin precedentes en la historia de la educación mundial, con propuestas y acciones que propicien la sostenibilidad de al menos lo sustancial en cualquier educación de países en vías de desarrollo. Es el momento indicado para las decisiones asertivas, ecuánimes y sobre todo funcionales a cada sector de la realidad educativa nacional.