Lic. Karina Hugo
Especialista en educación
Creadora de métodos y modelos pedagógicos de innovación
Directora de Creta Consultoría Editorial
El Covid-19 nos ha hecho conscientes a todos, docentes o no, de la situación que atraviesa el país en cuanto a educación. En sus inicios, la pandemia llevó a un enfrentamiento entre educadores y familias. Esta dura y extenuante experiencia de vernos obligados a migrar de la educación presencial a una, “mal llamada y mal entendida educación a distancia”, nos lleva a la necesidad de realizar un análisis y la urgente atención que necesita el sector educativo para mejorar los aprendizajes de niños y jóvenes paraguayos, esto hará la diferencia a la hora que los padres decidan las instituciones a donde enviarán a sus hijos. Las tecnologías educativas no se limitan al uso de las herramientas digitales y del internet.
A las puertas del ciclo educativo 2021 y aún en pandemia, nos cuestionamos sobre qué aprendimos en este proceso migratorio y, sobre todo si estamos preparados o no para ofrecer a los estudiantes de nuestro país una educación sea presencial, a distancia o híbrida con las condiciones mínimamente necesarias para conseguir aprendizajes útiles para su formación.
Surgen muchas preguntas en todos los sectores: ¿Es cuestión de acceso a internet?, ¿es cuestión de utilizar la mejor plataforma?, ¿fue sustancial la utilización de la tv?, ¿contamos con algún método pedagógico para la educación a distancia o semi a distancia?, ¿cuáles son los verdaderos déficits que debemos enfrentar y superar?
Paraguay tiene un sistema educativo, que ha trazado sus líneas fundamentales, basado en un enfoque por competencias, el cual probadamente, lidera los resultados positivos en la educación mundial. No obstante, históricamente no hemos llegado a obtener resultados aceptables que mejoren el ranking del Paraguay en las mediciones mundiales de los niveles de aprendizaje y rendimiento.
Con dicho enfoque, el barco de la educación paraguaya tiene un puerto claro: que todos los alumnos aprendan más, mejor y por más tiempo en todos los niveles para que un futuro próximo puedan desenvolverse con capacidad en los distintos ámbitos sociales y profesionales.
¿Cómo haremos para navegar este inmenso mar en el que la pandemia ha agudizado la situación naufragante de nuestro barco? El timón es la tecnología (eso ya lo sabemos todos), pero el timonel (el que debe conducir el barco) es la pedagogía con todo lo que ello implica, como la didáctica, la técnica, las herramientas y materiales pedagógicos.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a innovación tecnológica en educación? No es solo la manera en que usamos las herramientas digitales y el internet. Cuando hablamos de tecnología educativa, hacemos referencia a un conjunto de instrumentos, recursos técnicos o procedimientos empleados en educación en función a lograr aprendizajes. Por ello, debemos desechar la idea de que hablar de tecnología educativa es hablar solamente del celular, computadoras, tablet, dispositivos digitales, plataformas, juegos en línea, redes sociales y otros, cuando la innovación de las tecnologías educativas implica repensar y recrear métodos, técnicas y procesos de aprendizaje, es decir innovar pedagógicamente la educación paraguaya utilizando de manera creativa los recursos disponibles que no impliquen, exclusivamente el uso del internet, más aún, en países como Paraguay donde el acceso a esta red mundial no es público y no contamos con una disponibilidad equitativa estudiantil con acceso a dispositivos aptos para el aprendizaje por canales virtuales.
Ante todo, para innovar el sistema paraguayo de educación deberíamos buscar que cada alumno se involucre en su propio proceso de aprendizaje, innovar para preparar de otro modo a nuestros docentes. Claro que para preparar a nuestros alumnos hay que repensar también lo que estudian nuestros docentes que pueden ser maestros geniales, pero necesitan incorporar otros conocimientos y actitudes. El diseño curricular de formación docente necesita “empatía” con la realidad social paraguaya, y ello es posible, formando docentes sensibles que investiguen su campo de acción, sus necesidades, oportunidades y desafíos para lograr un trabajo en equipo con otros actores sociales. Además, de la actualización, por ejemplo, incluyendo en los currículos de formación docente la lectoescritura digital y la comprensión de lecturas digitales, ya que no es cuestión de saber utilizar dispositivos o de navegar o consumir lo que está internet sino ser creadores, seleccionadores y productores de contenido digital útil y acorde a las necesidades de los estudiantes de cada ciclo y nivel, es decir propiciar la formación de docentes con buenos niveles de lectoescritura: digital, global y mediática. Esos son los puentes y los túneles que tenemos que construir y atravesar para llegar a nuestros alumnos.
Tenemos ante nosotros un nuevo desafío. Quienes estamos involucrados en educación somos los nuevos aprendices, por lo tanto, la capacitación asertiva de los maestros en esta nueva manera de ver y de hacer educación necesita de una mentalidad renovada para que los maestros seamos capaces de crear un nuevo tipo de aula y un nuevo diseño de tareas. No podemos sostener más un docente solo frente al aula, a quien preparamos para dictar contenidos y no para conectar empáticamente con sus alumnos, en su propio lenguaje, un docente actualizado precisa desarrollar competencias digitales y ser capaz de crear contenido para diversos canales de consumo educativo, digitales o no. Necesitamos equipos de docentes con altos niveles de empatía con sus grupos humanos de alumnos que de por sí son diversos y por ello precisan contar con herramientas pedagógicas de inclusión. Docentes con la formación básica necesaria en tecnologías educativas, tal como debe ser entendido este concepto.
El barco tiene trazada una hoja de ruta basada en el enfoque de competencias y es hacia allí, donde acertadamente nos debemos dirigir. Tenemos que empezar de a poco, pero con paso firme. Tenemos que ayudar a las escuelas a implementar nuevos modelos pedagógicos acordes a la realidad social paraguaya de su comunidad y al devenir mundial.
Se pueden hacer muchas cosas sin sentido con una pantalla digital. El tema no pasa por ahí, sino por qué conviene utilizar en cada caso, para lograr verdaderos aprendizajes. Las variables han cambiado. Todos sabemos que en general los alumnos no están siempre despiertos, atentos y conectados con lo que estamos haciendo en clase, es por ello que hay que buscar la mejor forma de hacer educación. Tenemos alumnos del siglo XXI, entonces necesitamos docentes del siglo XXI. El tema en cuestión sobre el que se debe debatir, trabajar y decidir es cómo usamos todo el abanico de posibilidades y tecnologías que tenemos a mano, para lo cual es necesario empezar a pensar de otra manera ante cada realidad.
No se trata solo de usar la computadora o el celular. Se trata de saber navegar, de saber investigar, de saber adaptar lo que ya hacemos y lo que ya tenemos. Se trata de innovar lo que hacemos con esas tecnologías para que el proceso de enseñanza-aprendizaje tenga sentido y ayude a formar niños y jóvenes más y mejor preparados para enfrentar el nuevo mundo que les espera después de la pandemia.