La experiencia de convivir con el Covid-19 también llama a reflexionar sobre las diferentes enfermedades infecciosas que siguen vigentes y hasta el día de hoy se viven sus consecuencias.
El coronavirus trajo consigo un sinfín de desafíos, en especial para la salud pública que debió afrontar una situación sin precedentes en el país. Es por esta razón que conversamos con Rodrigo Burgos, magíster en Epidemiología para conocer su visión acerca de las medidas adoptadas y las enseñanzas que deja el Covid-19 ante la perspectiva de un año que inicia con nuevas oportunidades.
El experto opina que se han tomado las medidas que estaban al alcance y considera que hay aspectos positivos que rescatar de las medidas de protección sanitaria impulsadas. En un contexto en el que las defensas y la buena salud juegan un papel importante, también recordó que se puede cambiar la vida de las personas a través de la alimentación y la práctica de actividad física.
¿Qué retos ha representado el Covid-19 desde el punto de vista del estudio epidemiológico?
Principalmente, los tiempos. Toda acción, investigación o medida a ser tomada y evaluada debía o debe ser en tiempo record porque las características, tanto del virus como de la enfermedad, se potencian con el paso del tiempo. No es menos cierto que, los profesionales a cargo de mitigar la problemática, eran quienes poseían un mayor riesgo de contraer la enfermedad, hecho que sin duda les ha obligado a extremar cuidados al momento de conducir sus estudios.
Atendiendo a la rápida identificación de la causa y la forma de transmisión del Covid-19, y en base a experiencias con otros virus. ¿Se pudo haber tomado medidas más rápidas o eficientes para mitigar la propagación?
Probablemente, Latinoamérica haya sido la última región del planeta en que llegó el virus. Esto permitió conocer experiencias de gestión de la epidemia en ese entonces de los países de Europa, Norteamérica y Asia lo que supuso empezar con relativa ventaja frente al posible brote. Ahora bien, en mi opinión y desde la salud pública, se han aplicado las medidas que históricamente se han usado y funcionado en eventos similares anteriores. Si bien, ha sido motivo de discusión -luego del brote en China- que pese a los modelos predictivos o simulaciones realizados, estos al parecer no fueron suficientes para que pudieran advertir aun con mayor precisión la situación que a la postre hemos vivido.
Se han tomado las medidas que estaban al alcance. Sin embargo, sobre la comunicación en riesgo creo que se ha generado una especie de “infoxicación” debido también a la sobreexposición a los medios masivos de comunicación y a la veloz desinformación que también circuló a nivel mundial sobre el tema.
¿Qué componentes son indispensables para establecer un sistema de vigilancia epidemiológica eficiente?
La primera etapa sería la de información. Aquí, se trazan los objetivos, se define el caso y el contacto, que quizás es la tarea más difícil e importante, y luego se recolectan, analizan, interpretan y comunican los resultados de la investigación. Posteriormente, con la información redactada se toman las acciones correspondientes. Medidas individuales y colectivas según corresponda de acuerdo al comportamiento del fenómeno en estudio en ese momento. Y, por último, se da la participación de los interesados.
Las medidas tomadas pueden generar políticas, o bien formar parte de programas y estrategias en el tiempo, que después de someterse a evaluación, servirían para desarrollar y conducir nuevas investigaciones que generen nuevas evidencias para la toma de decisiones traducidas en acciones.
¿Considera que la Guía de vigilancia epidemiológica y de laboratorio de la enfermedad por Coronavirus-19 de Paraguay ha sabido responder a las exigencias de esta pandemia?
Pienso que sería muy atrevido de mi parte evaluar la gestión del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social del país o emitir juicio, pero quisiera comentar que de acuerdo al documento facilitado, se ve que han cubierto todos los ítems a ser monitoreados en una situación de emergencia y basados en el Reglamento Sanitario Internacional.
En este sentido, se puede observar que el caso paraguayo ha sido uno de los que encendieron sus alarmas más precozmente y ha tenido una evolución lenta de la enfermedad. La mayor parte del tiempo de cuarentena no me tocó vivirla en el país.
Quizás al momento de llevarse a cabo esta entrevista, en Paraguay se esté pasando por el peor momento de la epidemia y con cifras que sobrepasen los 100.000 infectados y los 2.200 fallecidos. Seguramente, se manejan varios escenarios y el que estamos viviendo hoy figura dentro de las predicciones hechas en su momento.
Según como se plantea el escenario hoy, ¿es posible otro rebrote con alto impacto en el país?
Pues, observando el escenario del hemisferio norte del mundo, todo indica que sí. En las próximas semanas o meses tendríamos un rebrote. Sin embargo, esto es muy difícil de predecir, ya sea por el comportamiento mismo de las personas, las diferentes medidas adoptadas por aquellos países y la propia naturaleza del virus.
Ciertos hallazgos comentan sobre su mutación y el cambio de patrón en la infección a segmentos poblacionales más jóvenes. La Organización Mundial de la Salud manifiesta que en estos momentos Latinoamérica, Medio Oriente y el sur de Asia son los más afectados, por lo que se puede sospechar que Paraguay no escape a esa situación.
¿Se podría afirmar que tendremos aprender a vivir con el Covid-19?
A mí me parece que “el modo Covid-19 de vivir” no está del todo bien construido. Si bien, la mayoría de la población y no solo del Paraguay sino de todo el mundo ha adoptado prácticas que no les eran familiares o cotidianas a causa de esta enfermedad, personalmente creo que estas medidas siempre existieron y siempre debieron ser practicadas y no solo en contexto de pandemia. Por ejemplo, el lavado de manos está tan infravalorado en la comunidad y tiene una efectividad altísima de prevención de enfermedades.
Me encantaría que eso se instalase una vez que todo esto pase. Me tocó vivir la cuarentena y la pandemia en tres países diferentes y solo Paraguay posee lavatorios de manos para el público en casi todos sus establecimientos y no he escuchado quejas sobre facturas de agua por tener estos lavatorios, incluso ha ayudado económicamente a quienes los han producido.
También me encantaría que sigamos pisando alfombras con lavandina antes de ingresar a los hogares y compartamos menos objetos de usos personales. Por último, la reducción del estigma que pudiera devenir del uso del tapabocas es algo que no se ha pensado. Este comentario no es una apología a taparse la cara, sino pensar en personas que padecen de enfermedades históricamente estigmatizadas como la tuberculosis, hoy podría abordarse la atención de estos pacientes con mayor adherencia por este pequeño detalle. Entonces, yo no le daría ese nombre a este modo de vivir, pero si resaltaría los aspectos positivos que pudieran surgir de ellos.
Teniendo en cuenta su experiencia con virus similares, ¿se logrará la anhelada inmunidad a través de las vacunas? ¿de qué manera actúan estas vacunas sobre el Covid-19?
Para abordar esta pregunta, quisiera esbozar esta reflexión refiriéndome a la vacuna en general y no a alguna en específico.
Los estudios son muy recientes y con certeza no se tiene esa respuesta. Pero, se espera que pueda colaborar con el corte de la cadena de transmisión del virus en los próximos meses.
Las vacunas proporcionan una protección directa al reducir la susceptibilidad a las enfermedades o infecciones y una protección indirecta al reducir el número de personas infectadas en una población. Dichas vacunas ayudan al organismo a desarrollar inmunidad contra el virus sin la necesidad de contraer la enfermedad.
Actualmente, todas las vacunas en estudio poseen diferentes formas de acción para la protección, pero todas coinciden en generar información que el organismo pueda recordar y desencadenar una mejor respuesta para combatirla.
Se debe tener en cuenta que, la vacuna en sí mismo no ayuda en nada, es el proceso de vacunación el que genera los beneficios. No sirve de nada tener vacunas para toda la población almacenadas en depósitos.
Se habla de que el clima cálido podría aplacar el contagio ¿qué incidencia tiene el clima en casos como el coronavirus?
Es verdad que existen hallazgos interesantes sobre la influencia de condiciones atmosféricas y la propagación de virus en la comunidad, sin embargo, han sido indicios mas no evidencia.
Los resultados muestran que a menores temperaturas y ambientes secos el virus se comporta más estable y que a mayor temperatura y humedad disminuye su vida media en el ambiente o superficies. No obstante, no se debería confiar solamente en este fenómeno natural climático como herramienta para detener la cadena de transmisión.
Es muy importante destacar que a las temperaturas cálidas le acompañan mayor movimiento de personas. Es decir, en verano las personas tienden a desplazarse en mayor frecuencia y cantidad que en invierno, hecho que favorecía los contactos estrechos.
¿Desde el punto de vista de la salud pública qué ha fallado o qué se puede mejorar para combatir mejor a la enfermedad?
Partiendo de la base de que no existe un modelo de gestión perfecto, siempre se puede mejorar. Citando a Voltaire donde “lo perfecto es enemigo de lo bueno” podemos optimizar la toma de pruebas y la búsqueda activa de casos. Es decir, que la prueba a realizar sea altamente sensible (capacidad para detectar verdaderos casos positivos) y rastrearlos a modo de conocer bien donde se encuentra y en qué condiciones se desenvuelve.
Esta acción debería de hacerse de la manera más oportuna posible, que los datos informados y divulgados se acerquen o correspondan a la realidad en tiempo y espacio.
¿Cuáles son las enseñanzas o conclusiones que deja esta experiencia con el Covid-19?
Creo que para todas las personas ha sido un desafío transitar por este año bajo las condiciones en las que vivimos. Algunos más, otros menos. Sin embargo, en mi opinión y entre otros ítems, esta situación ha desnudado aún más las diferencias sociales a nivel global. Lo precarios, o quizás, hasta insuficientes que pueden llegar a ser los diferentes sistemas de salud vigentes en el mundo.
El modelo laboral presencial de horas y hacinamiento puede repensarse no sin antes tener en cuenta que, el trabajo desde la casa no conoce de feriados, ni de horas extras, ni fines de semana lo que también puede repercutir en otros problemas no menos importantes.
Y finalmente, aunque las primeras causas de muerte a nivel mundial sean a raíz de las enfermedades del sistema circulatorio y las crónico-degenerativas como hipertensión, diabetes, obesidad, cáncer y enfermedades respiratorias, las enfermedades infecciosas (dengue, zika, chikungunya, tuberculosis, chagas, leishmaniosis, etc) siguen tan vigentes y hasta el día de hoy vivimos sus consecuencias. El desafío que se viene es aún mayor.
Perfil
Rodrigo Octavio Burgos Larroza, Magister en Epidemiología. Foto: Nadia Monges.
• Licenciado en Nutrición por la Facultad de Ciencias Químicas, Universidad Nacional de Asunción
• Magíster en Epidemiología por la Facultad Nacional de Salud Pública, Universidad de Antioquia, Medellín – Colombia.
• Se desempeñó como auxiliar de la enseñanza de la asignatura Trabajo de Grado de la carrera de Nutrición de la Facultad de Ciencias Químicas, Universidad Nacional de Asunción.