Jorge García Riart
Una de las cuestiones fundamentales de la inversión pública en educación es el aumento gradual del presupuesto de gasto anual como una herramienta para sostener la calidad educativa o el desarrollo nacional. Más con más parece la fórmula adecuada y consensuada.
Pese a la receta ¿cuál es la proyección de los países en la Región? Empecemos a analizar al Uruguay. Para el próximo año, prevé en su presupuesto público unos 20 millones de dólares destinados a educación. Con tan solo 3.449.299 habitantes, la República Oriental invierte en educación el 3,50% del PIB (la recomendación mundial es alcanzar el 7%).
Seguimos con el convulsionado Chile precisamente en el sector educación. Su presupuesto público para educación del año entrante será de unos increíbles 16 millones de dólares. Su población actual es de más de 18 millones de habitantes y la inversión en educación se calcula en 5,96% sobre el PIB.
La Argentina enfrenta el año inmediato con el desafío de superar su inflación. Sin embargo, destinará el 5,50% de su PIB a invertir en educación pública, lo cual representará más de 6 billones de dólares. Su población total es de más de 45 millones de personas actualmente.
Por su parte, el Paraguay dejó a consideración de su Legislativo la aprobación de un presupuesto para educación pública de más 948 millones de dólares manteniendo alrededor del 3,70% de inversión sobre el PIB. La población de nuestro país es de 7,2 millones de ciudadanos/as.
Según vimos, en términos de inversión en educación según el PIB, Chile (5,96%) es el mejor ubicado por centésimas arriba de la Argentina, pero invierte menos dólares por habitante. En comparación, el Paraguay invierte 920 millones de dólares más que Uruguay a pesar de que su relación con el PIB solo le supera en 0,20%.
Pensando que la inversión en educación es un bien nacional y sus resultados son para beneficio de la toda la población, hacemos un cálculo del ratio de inversión total en educación pública sobre la cantidad de habitantes (que es la lógica del PIB). Los datos son sorprendentes.
El Paraguay destina 130 dólares per cápita, 4 dólares menos que la Argentina y se ubica en cuarto lugar en la posición de inversión en educación por PIB entre los países analizados. Sin embargo, el Uruguay designa 5,93 dólares por habitante y casi empata a nuestro país en la relación inversión educativa/PIB.
Pero en Chile –atención con este dato– la inversión pública en educación es menos de 1 dólar por habitante y alcanza, en contrapartida, la mejor posición de la relación inversión pública en educación-PIB, a tan solo 1,07% de lo recomendado.
Todos los presupuestos de gastos nacionales en educación, de los países analizados, sufren recortes importantes en 2021 para tratar de sobrellevar la recesión económica que impuso la larga cuarentena del COVID-19.
La pregunta que nos hacemos es si en esta crisis económica regional un incremento de la inversión en educación nos ayudará a saltar hacia el desarrollo o indefectiblemente nos veremos obligados a hacer más con menos, es decir a superar nuestros índices de educativos con menos recursos.
(*) Doctor en Educación Superior