Por Gabriela Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
@gabyteasdale www.liderazgo.com.py
-¡Estás loca!, te pasás creando historias en tu cabeza, dijo en voz alta un joven a su acompañante con la que paseaba por la Costanera delante de mío hace algunos días. -Y vos sos un mentiroso, le respondió enojada ella. El diálogo me recordó otras frases como “Sos tan inútil que no sé cómo fuiste seleccionado”, “Esa no se miró al espejo antes de salir de su casa”, o “Ella a ese lugar no llegó por méritos propios”.
Y aquí me quiero detener para reflexionar sobre el poder que tienen las palabras, especialmente cuando se tratan de críticas, burlas, ataques verbales y juicios emitidos sobre otros. Es fácil caer en ese círculo vicioso, haciendo a veces este tipo de comentarios cara a cara, participando de esas rondas interminables de chismes o descargándonos con todo en las redes sociales.
Si sos una persona que se ve envuelta en comentarios destructivos, mi recomendación es que trates de detenerte cada vez que quieras atacar a alguien. Los comentarios destructivos son aquellos cortantes y sarcásticos que soltamos con o sin intención. No tienen otro propósito que menospreciar a las personas, lastimarlas o simplemente nos llevan a mostrarnos como “superiores”. Son muy diferentes a los comentarios que agregan valor.
Un comentario negativo o destructivo no agrega nada más que dolor. Fíjate si alguno de estos te suenan: “Bonita corbata (con sonrisa burlona)”; “¡Qué torpe! (cuando alguien tropieza en un escalón)”. Esas son las bromas rápidas.
También están las críticas a compañeros de trabajo, como: “Cero carisma el nuevo, ¡quién sabe porqué le contrataron!” o comentarios en el contexto familiar como: “Tenés que ser como tu hermana, responsable y aplicada (cuando tiene calificaciones bajas)”.
La mayoría de nosotros hacemos este tipo de comentarios muchas veces sin pensar, y luego terminamos olvidándonos de lo que dijimos. Pero con la persona que recibió el comentario sucede lo contrario, esas palabras terminan grabándose en su mente para siempre. Hay jóvenes y adultos con frustraciones y heridas profundas por las humillaciones que sufrieron en su infancia. El bullying o maltrato verbal que puede suceder de padres a hijos, entre chicos en la escuela, en el trabajo y en otros ámbitos de la sociedad puede marcar para bien o mal la vida de las personas. No esta bueno lastimar el valor del otro. Es importante entender nuestras diferencias, valorarnos y respetarnos sobre todas las cosas. Al final del día somos todos seres humanos.
Los comentarios destructivos son un hábito en el que es fácil caer, por lo tanto, antes de hacer un comentario destructivo, pregúntate: ¿Será cierto? ¿Vale la pena decir lo que tengo en mente?
Todos pasamos mucho tiempo filtrando nuestras “verdades” a lo largo del día. Muchas veces optamos por decir una mentira piadosa como: “¡Qué lindo tu corte de pelo!”, cuando lo que realmente queremos decir es “te ves un poco ridícula”. Podemos pensar que nuestro jefe es una mala persona, pero probablemente optemos por no expresárselo para tener un ambiente laboral menos conflictivo.
Cada vez que sientas la necesidad de dañar a alguien con tus palabras, de burlarte o tener pensamientos destructivos sobre los demás, hacé una pausa, pará unos minutos para preguntarte si esa es la clase de persona que querés ser. Es más, te invito a sumarle a eso dos preguntas más. ¿Este comentario ayudará a la persona con la que estoy hablando? ¿Este comentario ayudará a la persona de la que estoy hablando?
Si la respuesta es NO, la estrategia correcta es guardar silencio.