Expertos epidemiológicos señalan que después del Covid-19, las personas, empresas y gobiernos tendrán que adaptarse a una nueva forma de vivir. Esto implica un rediseño no solo en cuanto a las actividades que se realizan en las comunidades sino también al interior de los hogares. En este sentido, los edificios tendrán un papel importante en la prevención y el control del coronavirus.
Atendiendo a que aun no existe un medicamento antiviral específico contra el nuevo coronavirus y a que la curva de dispersión de la enfermedad sigue siendo alta, los nuevos proyectos arquitectónicos deberán prever las herramientas necesarias para ofrecer espacios habitables y seguros para los propietarios en esta nueva etapa.
Sobre el punto, expertos involucrados en el rubro de la construcción indican que será fundamental contar con sistemas que regulen la calidad del agua, la calidad del aire, la aptitud física, mientras que los materiales de construcción deberán tener una función antibacteriana para promover la salud de los ocupantes, a fin de reducir el riesgo de contraer enfermedades y mejorar la capacidad de resistir los virus. Compartimos algunas recomendaciones.
1. Brindar funciones básicas para la prevención y el control de epidemias: Para que un edificio pueda contribuir a la prevención y el control del Covid-19, debe incluir: ventilación natural, desinfección de ascensores, limpieza de interiores y una buena gestión de residuos, así como un buen control de la calidad del agua.
2. Proporcionar conveniencia e instalaciones para la prevención y el control de epidemias: Las unidades habitacionales deben permitir que los ocupantes de los edificios y colaboradores del sitio proporcionen acceso rápido a equipos e instalaciones médicas; personal efectivo y control de vehículos; proporcionando condiciones para agregar señales relevantes y poder alertar a las personas. Con ello se busca dar una respuesta rápida si se detecta un caso de Covid-19 durante el tiempo en que la curva continúe disminuyendo.
3. Reducir el riesgo de contagio y prevenir la infección cruzada: Se debe “aislar” el virus tanto como sea posible para disminuir el riesgo de infección. Para ello es necesario controlar la colusión de aire y contaminantes; verificar el flujo de retorno de escape de cocinas y baños; establecer sellos de agua efectivos para reducir el riesgo de transmisión de virus a través de tuberías de drenaje y heces.
También se debe controlar la concentración de partículas en el interior; optimizar el espacio del edificio y la disposición del plano para mejorar la efectividad de la ventilación natural; controlar el sistema de aire acondicionado por zonas; propiciar un ambiente de viento bien diseñado para la disipación de virus y gases nocivos; y lo fundamental, promocionar y proteger la salud de los ocupantes.
4. Promoción y protección de la salud de los ocupantes: Los requisitos en esta área incluyen el control de la concentración de contaminantes del aire interior como: amoníaco, formaldehído, benceno, compuestos orgánicos volátiles totales, radón, PM2.5 y PM10.
Evitar la condensación de humedad en la superficie interna para que no crezcan bacterias atógenas como el moho; se deberá garantizar la seguridad del agua además de establecer lugares deportivos y de acondicionamiento físico para promover el movimiento físico. Por último, y no menos importante, se tendrá que utilizar material de construcción verde con función antibacteriana.