Por Jorge García Riart
Doctor en Educación Superior por la Universidad de Palermo
Economía y educación no son categorías contrapuestas aunque la mayoría piense lo contrario. Está demostrado en varios estudios que son elementos muy interrelacionados para el desarrollo de un país.
No hay economía sin educación y educación sin economía. Existe actualmente una corriente de estudio que se llama economía de la educación, no confundir con educación económica, que también es necesaria inculcar en mucha gente.
La economía de la educación analiza asuntos económicos relacionados con la demanda de educación, la financiación de la educación y la calidad de la provisión del derecho a educación.
Pero me da la impresión que en el Paraguay, nuestra selección sigue metiendo goles en contra. El Gobierno Nacional puso en conocimiento público un plan de reactivación económica que requerirá 350 millones de dólares.
La distribución de ese dinero será de la siguiente manera: 100 millones para IPS, 80 millones para fortalecimiento de Pytyvo (Frontera), 100 millones para el Ministerio de Obras Públicas, 40 millones para construcción de viviendas, 10 millones para el Fondo Ganadero y 20 millones para el Crédito Agrícola.
¿Y para educación? ¡Bien gracias! No me gustan los análisis populistas que dicen que ese dinero puede ser destinado a la construcción de tantas escuelas o para alimentación de tantos niños y niñas carenciados. Mi análisis no trata de algo tan simple.
Lo que me preocupa es que seguimos creyendo que nuestro desarrollo, llámenle “reactivación económica” ahora, solo depende del financiamiento de los sectores de producción, soslayando el valor transversal de la educación.
En este tiempo de pandemia y cuarentena que ya transita casi medio año, la educación está en emergencia, en cambio no se ha pensado aún en un plan de reactivación de ella. Los indicadores educativos estaban por el piso antes del cese de clases presenciales, ahora están en el subsuelo.
La oenegé Juntos por la Educación, en un informe sobre Financiamiento Público de la Educación en el Paraguay, calculó que para mejorar la situación de la educación se necesita hacer un importante esfuerzo económico gradual que para el 2030 debería llegar a 5 mil millones de dólares.
Todavía no tenemos una Ley de Financiamiento Educativo para ningún nivel. En cambio tenemos un lamentable mecanismo de distribución de recursos para infraestructura educativa y alimentación escolar sumamente corruptible. Fonacide no funciona y debe ser replanteada urgentemente.
El escándalo que envuelve ahora a un funcionario de una Cartera de Estado en la malversación de fondos públicos destinados a merienda escolar es sintomático de que este dispositivo de financiamiento de una parte de la educación está fundido.
Para colmo el Presidente de la República no hace los cambios necesarios. Una consultora de sondeos de opinión reveló un 78,7% de los encuestados considera la gestión del ministro de Educación y Ciencias entre regular y mala. El jefe de Estado respondió: “goza de mi confianza”.