Carolina Galeano de Bestard
Directora Regional de Great Place to Work® para Bolivia, Paraguay y Uruguay.
Hace unos días participé de una charla en la que se exponía que en realidad estamos parados frente a 3 crisis: una crisis sanitaria, una crisis económica y una crisis psicológica. Y también se mencionaba que, aunque no sabemos bien cuándo va a ocurrir, vamos a salir primero de la sanitaria y la económica, pero la psicológica y emocional, es la que va a permanecer durante más tiempo, ya que ni siquiera se la tiene en cuenta. Y mucho menos se sabe cómo abordarla.
Sin embargo, esta crisis, puede causar un gran impacto en nuestra vida, en nuestras organizaciones y en nuestra sociedad, ya que es bien sabido que cuando las personas no estamos bien de salud mental, poco podemos hacer en el trabajo, o en cualquier ámbito en el que nos desarrollemos.
Por ello creo importante que, desde nuestras organizaciones, impulsemos más que nunca esta apertura hacia al tema emocional, dejando de lado esta idea errónea de que esto no forma parte del mundo empresarial, donde solo se habla de productividad y resultados, y empecemos a integrarla en nuestro quehacer diario.
Pero, ¿qué significa esta apertura? Significa tener conversaciones con nuestros equipos de trabajo, acerca de cómo se sienten, cuáles son los miedos que les invaden, cómo viven la ansiedad e incertidumbre acerca del futuro, cuál es la razón de su enojo o su falta de ánimo, y tantas otras cuestiones que pueden estar presentes, pero no las consideramos. Muchos de los líderes que conozco, creen que no existe tal situación, porque quizás la gente no lo expresa, sin embargo, los estados de ánimo y las emociones se manifiestan directamente en la productividad de los colaboradores, y en el compromiso que presentan frente a las tareas y actividades que realizan.
Desde ausencias reiterativas, bajos niveles de energía, dispersión, desconcentración, fatiga mental o física, mal humor, enojo, poco compromiso, falta de resolución de tareas, y tantas otras manifestaciones que vemos todos los días en nuestras organizaciones, pueden deberse a un estado emocional colectivo que están viviendo los colaboradores en la empresa.
Por eso una de las habilidades más importantes que deben desarrollar los líderes actuales que pretenden seguir en el futuro, pasa por comprender y manejar este mundo emocional que está tan presente en la organización como en toda nuestra vida.
Porque solo desde esta comprensión, pueden ayudar e impulsar a sus equipos, a gestionar mejor las dificultades por las que están pasando, a ser resilientes, a sobreponerse a la frustración, a ser persistentes en sus metas y objetivos, a alejarse de pensamientos y situaciones que los debilitan, para empoderarse con aquellas cosas que les apasionan y entusiasman.
La empatía que pueda sentir un líder hacia su colaborador, que no está rindiendo como se debe, porque probablemente aun se siente preso del impacto emocional, de la ansiedad e incertidumbre que le genera la pandemia, puede ser la mejor herramienta para revertir ese estado, y ayudarlo a desprenderse de un pasado que ya no volverá para mirar a un futuro nuevo, lleno de posibilidades para él y para su empresa.