Marcelo Codas Frontanilla
marcelo@estudiocodas.com En Twitter: @CodasMarcelo
El conflicto, conforme a la definición de la Real Academia Española es: “combate, lucha, pelea”. Como puede verse, de la propia definición surge la idea de contienda y este es, probablemente, el principal motivo por el cual, en general, las personas deseamos estar lo más lejos posible de los conflictos.
Tanto en las familias como en las empresas y más aún en las empresas familiares surgen, con cierta frecuencia, conflictos por diferentes cuestiones. Ante la aparición de un conflicto existen, fundamentalmente, dos maneras de reaccionar: una la que podríamos denominar la del avestruz, que consiste en que ante un conflicto metemos la cabeza bajo la tierra porque no queremos ver el mismo. Y otra, que es ver el conflicto, tomarlo, administrarlo y resolverlo.
Estando de por medio los sentimientos es muy normal que ante un conflicto intentemos que el mismo se solucione solo, lo cual, obviamente, no se dará.
Así las cosas, la situación continúa en el tiempo y en la medida en que este avanza la situación se va volviendo más difícil y, por ende, su solución también.
Así mismo, en muchas ocasiones lo que ocurre es que no existe un gran conflicto sino que lo que se da es que existen varias situaciones de nivel bajo de conflicto, pero que llegado un momento estalla y en la gran mayoría de los casos cuando ello ocurre se da por algún tema que no es de mucha importancia.
Como bien lo expresa Ricard Agustín: “es importante no tomarse el desacuerdo como algo personal, ya que, posiblemente, todos los miembros de la familia empresaria expresan sus opiniones porque quieren lo mejor para el negocio. Estar en desacuerdo es sano, normal y saludable si se hace desde la tolerancia y el respeto. Tomar el desacuerdo desde el ataque personal es remar en sentido opuesto y puede dificultar mucho que los otros miembros de la familia actúen y se manifiesten de forma abierta y espontánea”.
Un artículo del Harvard Business Review va inclusive más allá y nos invita a abrazar los conflictos y convertirlos en una oportunidad. De esta manera la visión del conflicto no es negativa, sino que, al contrario, es positiva ya que considera al conflicto como una posibilidad de realizar acciones.
La experiencia nos indica que es imposible evitar la existencia de los conflictos. Lo que sí puede hacerse es tratar de disminuir su ocurrencia, para lo cual es fundamental la existencia de reglas claras y contar con canales de comunicación adecuados. Pero una vez que los conflictos surgen la mejor opción es administrarlos y realizar las acciones necesarias para su solución.
Para poder administrar adecuadamente los conflictos es fundamental contar con un sistema rápido de detección de los mismos ya que cuanto antes sean tratados más fácil es la solución. Igualmente, es muy importante contar con instancias para su tratamiento. Si las partes no pueden entre ellas darle solución a una determinada situación, deberá ser un tercero quien intervenga y lo haga. En este sentido, hay un órgano de gobierno de la empresa familiar que es el Consejo de Familia que es el natural para el tratamiento de estas cuestiones.
Hagamos lo que sugiere Harvard Business Review, no rehuyamos los conflictos, abracémoslos y encontrémosles una solución. La familia y la empresa nos agradecerán