Gaby Rojas Teasdale, presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
@gabyteasdale
çHace algunos días tuve la oportunidad de conversar con una mujer llamada María, quien me visita de vez en cuando en busca de ayuda y consejos. Ella llegó claramente alterada, algo poco común en su carácter apaciguado. Me contó que se sentía enferma y deprimida, y que poco a poco estaba perdiendo las ganas de vivir con el optimismo que siempre la había caracterizado.
María me dijo que el diálogo con su esposo se encontraba quebrado desde hacía tiempo. Situaciones que no fueron sanadas hicieron que el silencio les fuera ganando la batalla. Él dejó de compartir tiempo con ella y ella siguió la misma inercia. Ambos eligieron callar muchas cosas para evitar pelear, lastimarse y generar una crisis. María me dijo que no solo se sentía cansada mentalmente, sino que también empezaba a sentir fuertes molestias en su cuerpo, como dolores de cabeza intensos cada mañana y otro tipo de afecciones frecuentes.
Creo que muchas veces nuestros pensamientos y emociones causan este tipo de enfermedades pasajeras. Por supuesto, no me refiero a condiciones médicas más graves, pero muchas veces, el cuerpo nos informa de que algo anda mal y tenemos que saber escucharlo.
Por ejemplo, las preocupaciones nos generan habitualmente dolores de cabeza. Entonces, es importante que cuando los tengamos nos preguntemos ¿qué nos preocupa? ¿qué nos está dando vueltas en la cabeza? Si nos molesta constantemente la garganta, ¿qué nos estamos callando? ¿qué tenemos guardado? Las molestias en la zona del abdomen se relacionan al enojo, al miedo, la angustia y la frustración.
Entonces sería bueno poder preguntarnos: ¿qué pensamientos negativos recurrentes tengo y qué emociones me tienen enganchado al punto de que me llevan a enfermarme físicamente? Los pensamientos positivos traen bienestar, bendiciones, logros.
Los pensamientos negativos nos llevan a vivir con escasez, enfermedad y relaciones tóxicas. Y estos pensamientos producen vibraciones en nosotros que definitivamente llegan a todas las personas a nuestro alrededor. La situación que María vive con su esposo está afectando a sus hijos. Ellos ven a sus padres indiferentes, enojados, cansados y negativos acerca de todo. La energía les llega a ellos y lo más triste es que también les afecta mental y físicamente. Tiene el mismo efecto que con sus padres.
Los pensamientos que tengo hoy crean mi mañana. Si quiero salud no puedo estar todo el día hablando de enfermedades; si quiero relaciones sanas no puedo estar pensando en todas mis experiencias negativas. Si está en mi mente pronto estará en mi experiencia, como dijo Henry Ford: “Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto”.
Entonces, cuando nos enfocamos en nuestra mente y cuerpo y sentimos que existe un desequilibro, sería bueno hacernos preguntas que nos ayuden a reconocer lo que debemos trasformar dentro de nosotros mismos. ¿Qué cargo dentro de mí? ¿Qué no estoy resolviendo, de qué estoy llenando mi vaso? ¿Qué estoy callando y acumulando? Todo lo que no somos capaces de reconocer con humildad y trabajar terminará enfermándonos.
Un cuento de Anthony de Mello contiene la siguiente reflexión: “El Maestro les dijo: ¿Quién de vosotros conoce la fragancia de la rosa? Todos la conocían. Entonces les dijo: Expresadlo con palabras. Y todos guardaron silencio”.
Nos cuesta hablar de manera positiva, porque nuestra mente está consumiendo información negativa y dolorosa todo el tiempo. Es tiempo de hablar de lo bueno que tenemos, de enfocarnos en lo positivo y entonces, estoy segura de que experimentaremos bienestar en todas las áreas de nuestras vidas.
Empecemos a escuchar lo que decimos y pronto nos daremos cuenta de lo que existe en nuestra mente y en nuestro corazón. Cuidemos nuestra vibración, porque solo la frecuencia del amor nos llena de este sentimiento hacia adentro y hacia fuera, y lo más lindo, es que eso se contagia. Declaremos lo bueno, lo positivo, lo sano para nuestras vidas y la de nuestros seres queridos. Salgamos a observar la naturaleza, para ver la armonía, la perfección y la abundancia. Nosotros fuimos creados para proyectar lo mismo.