Marcelo Berenstein
Socio en NextMedia Interactiva - Director en Emprendedores.News
Pinocho es adorable como literatura infantil, pero puede ser un cuento de terror para tus objetivos emprendedores.
Cuando comencé a incursionar en el periodismo emprendedor hace más de 15 años, “emprender” no era un verbo muy usado y la palabra “ecosistema” no se asociaba a los actores del movimiento entrepreneur. Por aquellos años, las personas no sentían vergüenza de ser llamadas “cuentapropistas o “autónomos” en lugar de “emprendedoras”.
El que abría un negocio tras otro era un optimista o un tonto sin suerte en el peor de los casos, pero nunca un “emprendedor serial”. Capital y riesgo se asociaban más con los peligros de las grandes ciudades que con inversiones, las incubadoras eran para los bebés prematuros y la aceleración era más para los vehículos que para las empresas nacientes.
En todos estos años vi surgir y morir cientos de proyectos, también fui y me siento protagonista del auge emprendedor, desde mi pasión y rol de comunicador. Y en el tiempo transcurrido aprendí a ejercitar el olfato y visión para poder reconocer el trigo y no confundirlo con paja.
En el ecosistema emprendedor abundan los exagerados
Caminás por los pasillos de un Endeavor Experience, de cualquier Demo Day, un Startup Weekend o cualquier otro evento emprendedor y cada metro y medio te cruzás con un Jobs, un Gates, tres Zuckerberg, cinco Musk, una Mary Kay, etc.
Hablando más seriamente, creo que los emprendedores pecan por confundir estar enamorados de su proyecto con amor ciego, que es una clase de amor te puede alejar de la realidad; cerrar los oídos a los buenos consejos y abrir las puertas al abismo.
El Síndrome Pinocho
La humildad y la modestia al iniciar un emprendimiento no son los enemigos de la autoestima y la ambición sino sus aliados. Y, si el inicio va acompañado de la búsqueda de inversión, hay que evitar por todos los medios las exageraciones desproporcionadas. El inversor, más que nadie, tiene el olfato y la visión entrenada para reconocer a los emprendedores con “Síndrome Pinocho”.
No mientas, no exageres, no inventes, no vendas humo, dejá la fantasía para crear, soñar, fabricar o incluso para tu intimidad. Si vas a buscar inversores, socios o clientes, la honestidad y la transparencia son aliados necesarios para no espantarlos.
Aprovecha esta pausa obligada de eventos presenciales para repensar tu estrategia. Pinocho es adorable como literatura infantil, pero puede ser un cuento de terror para tus objetivos emprendedores.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.