Por Jorge García Riart (*)
(*) Doctor en Educación Superior por la Universidad de Palermo
Las universidades también son organizaciones, muy sencillas en su naturaleza pero se han vuelto extremadamente problemáticas en los últimos tiempos. Algunos rasgos son: muy grandes, excesivamente burocráticas, reacias al cambio, centralistas en la toma de decisiones, inoperantes ante una crisis y autosuficientes. En esta pandemia sanitaria son muy visibles estas características.
Dos asociados de la Fundación Peter Drucker, Iain Somerville y John Edwin Mroz (+), plantean 7 nuevas competencias para las organizaciones para un mundo nuevo. Vale la pena repasarlas en este tiempo de cuarentena que ha hincado fuertemente en la médula ósea de muchas universidades.
Los asesores norteamericanos sugieren que las nuevas organizaciones deben (1) comprometerse con un objetivo superior, (2) inculcar un liderazgo responsable, (3) fomentar los equipos multidisciplinarios, (4)crear asociaciones orgánicas, (5) promover modos de conocimiento, (6) fomentar la búsqueda mundial y (7) asumir el cambio.  Repasemos los puntos en clave interrogativa.
  • Formular  un objetivo o una meta clara no se trata de una nueva misión sino de un sentido que conecte con las expectativas de las nuevas generaciones. Este proceso -dicen los expertos- necesita de la sinceridad y la participación de las personas para que vinculen sus propios sentidos  con el de la organización. ¿Qué sentido tiene la universidad hoy para estudiantes, docentes y funcionarios?
  • Para inculcar el liderazgo responsable es necesario incluir a todas las personas de la organización y para que los miembros de la organización asuman su responsabilidad necesitan apoyo y ánimo. ¿Cuál es la participación de la comunidad universitaria en la toma de decisiones?
  • La esencia de la universidad es su interdisciplinariedad. ¿Por qué, entonces, es tan difícil pedirle la integración de sus disciplinas para generar conocimiento pertinente cuando eso es lo que constantemente busca cualquier organización que no sea universitaria? Somerville y Edwin dicen que las organizaciones del siglo XXI deben encontrar una forma de conseguir que la creación y renovación espontánea de sus equipos multidisciplinarios sea algo natural.
  • La solución de los problemas sociales no puede ser aportado por una sola organización, ni siquiera por la del tipo académica. Una nueva competencia organizativa es precisamente la adopción de una estrategia de alianzas. ¿Desde qué óptica la universidad atiende los requerimientos de la sociedad? ¿Se mira a sí misma o  busca asociaciones colaborativas?
  • El conocimiento es el activo estratégico de la universidad: divulgarlo, generarlo y reproducirlo forman parte de sus líneas de acción constante. Sin embargo, el conocimiento se transforma rápidamente en un mercado muy competitivo. Las organizaciones en general se esfuerzan por hoy por mantener una infraestructura nodal (en red) de conocimiento. ¿Y qué hacen las universidades al respecto?
  • Precisamente, la investigación como búsqueda de conocimiento ha sido la substancia primaria de la universidad. Pero se ha estancado en compartimentos cerrados o en centros de investigación que parece que piensan por ellos y para ellos mismos. Sin embargo, las organizaciones no académicas están armando sus propios equipos de investigación porque saben que esa práctica es de importancia capital para su supervivencia.
  • Finalmente, el cambio. Remanido pero real. No es fácil asumir el cambio. Toda organización tiene resistencias. Pero hay historias de éxito -dicen los autores- La clave -agregan- es que las organizaciones deben asumir el reto de transformarse constantemente. ¿Conoce usted algún cambio importante en la cultura universitaria de su entorno inmediato? 
Al cierre de edición, algunas universidades locales estaban empeñadas en volver a clases presenciales, sobre todo para la toma de exámenes y defensa de tesis, justamente dos de los más  significativos actos de la vida académica que parece no pueden salir del molde que ha impuesto la tradición.  Solo un caso para entender lo que pasa. 
Iain Somerville y John Edwin Mroz finalmente dicen que las organizaciones exitosas tienen que tener una competencia que ni siquiera está definida y ella consiste en la capacidad de reconocer la nueva competencia y crearla (Léase La Organizacíón del Futuro, de F. Hesselbein, M. Goldsmith y R. Beckhard, ed. 2006, pp. 93-108).