El cambio tecnológico, las transiciones industriales y la globalización están impactando en los trabajos y en las habilidades requeridas para esos trabajos. El mundo organizacional se encuentra actualmente ante un gran dilema: disminuir la brecha que existe entre los conocimientos y habilidades que los empleados han adquirido a lo largo de su experiencia o en su educación formal versus las habilidades que hoy se precisan para que éstos sean más eficientes y productivos en sus roles conforme a la nueva expectativa.
A raíz de esto las empresas están tomando conocimiento de la necesidad que existe de gestionar programas internos que permitan que los colaboradores adquieran competencias que necesitan para adaptarse a los cambios, es decir, re planificar el desarrollo del capital humano, para fortalecer sus habilidades y prepararlos para los nuevos desafíos del conocimiento.
Esta necesidad surge como consecuencia de la digitalización y de lo que está creando: una gran oportunidad para que empleadores y empleados se reinventen. Esto trae consigo la necesidad de contar con colaboradores más creativos y ágiles, y organizaciones más inclusivas y humanas.
Muchos expertos en asuntos organizacionales aseguran que a raíz de la pandemia la transformación digital se aceleró a un ritmo vertiginoso. Lo que se tenía previsto avanzar en cinco o seis años se está haciendo en meses. La transformación técnica y mental es la fórmula mágica para adaptarnos a una nueva realidad para continuar evolucionando como sociedad. La digitalización nos impulsa a hacer cosas de manera distinta y a aprender nuevos conocimientos para continuar operando tanto a nivel personal como profesional, y tanto a nivel físico como mental. Un gran primer ejemplo de lo que sería un reskilling colectivo de alcance global.
¿Pero qué es realmente el reskilling del que tanto se habla últimamente? Es sencillamente el proceso por medio del cual los colaboradores adquieren nuevas habilidades o, dicho de otra forma, un reciclaje profesional. Y a raíz de la digitalización se espera que éstos adquieran nuevas habilidades tecnológicas para continuar cumpliendo con sus responsabilidades. Antes que una imposición es una necesidad para seguir operando eficientemente y no estancarse. Es una nueva forma de adaptación a la nueva realidad y algo que tarde o temprano pasará en todas las organizaciones en la medida en que éstas vayan adaptándose a un mundo cada vez más digital.
Lo digital no debe resumirse solamente a lo automático o tecnológico. La tecnología es una de las herramientas para encaminar lo digital pero no la única. Digital también es metodologías y procesos más ágiles, mejores tiempos de respuestas, las experiencias de los clientes y empleados, es hacer lo mismo, pero de manera más eficiente, fácil y con el uso de las herramientas tecnológicas a disposición. Como dijo una colega mía cuando presentaba los procesos que hemos digitalizado en los últimos meses: hacerlo Simple, Rápido y Seguro. Es un cambio no solo estructural sino también mental que finalmente desemboca en un cambio cultural.
Y para complementar más este nuevo tiempo por el cual estamos atravesando, sumamos a todo esto otro concepto: el upskilling, que no es más que un conocimiento adicional al que ya se tiene, una capacitación extra, para formar a los colaboradores en otras materias o competencias. Una visión mucho más generalista que especialista de las habilidades y los conocimientos. El Foro Económico Mundial elevó un informe donde determinan que el 54% de los empleados necesitará actualizar o recapacitar sus conocimientos para el año 2022. El mensaje es clarísimo. Si quieres permanecer debes evolucionar. Desaprender y volver a aprender. Conducta y mentalidad ágiles para el presente y el futuro.
Adaptar a los empleados a esta nueva realidad es quizás uno de los retos más desafiantes de los profesionales de Recursos Humanos. Construir nuevos planes de capacitación, generar una cultura digital en las organizaciones, realizar un mapeo de habilidades, obtener el compromiso directivo para invertir en estos programas, elaborar programas de autoaprendizajes por los propios colaboradores, pueden ser los primeros pasos para crear ecosistemas que favorezcan la inteligencia colectiva y la adaptabilidad a nuevas realidades.
Cuanto más rápido se pongan las organizaciones en cerrar esta brecha de competencias digitales entre sus colaboradores más rápido será el crecimiento socio económico para ambos (empleador y empleado) y se generarán mejores oportunidades de desarrollo profesional. Esta es una nueva era con nuevos desafíos. Y aunque pensemos que la digitalización se expandirá a pasos agigantados, la necesidad de contar con la habilidad humana también irá en crecimiento y jamás dejará de ser una prioridad para las empresas. Como hace, piensa y siente el ser humano no podrá ser desplazado aún en un contexto digital. De hecho, un informe del Foro Económico Mundial (Empleos del futuro) refleja que tanto los factores “digitales” como los “humanos” están impulsando el crecimiento en las profesiones del mañana.
Los colaboradores tendremos que desarrollar y potenciar no solo nuestras habilidades blandas (soft skills) como la comunicación, la actitud, resiliencia, creatividad, adaptación al cambio, empatía, etc. También vamos a necesitar desarrollar nuestras habilidades técnicas (hard skills) como conocimientos en seguridad de la información, robotización, data analytics, capacidades de TI, metodologías ágiles, entre otros, para generar esa capacidad de transformación y adaptación individual y colectiva.
Pero mirando estos cambios desde una perspectiva más integral y optimista, las estrategias de reskilling y upskilling, son positivas para mantener las habilidades y capacidades de los colaboradores, para dinamizar el conocimiento y las oportunidades de aspirar a nuevos roles con mayores desafíos, a evitar la rotación, a generar compromiso, motivación, creatividad y satisfacción laboral.
Por eso es necesario avanzar hacia una cultura de aprendizaje constante a lo largo de toda la vida, perfeccionarnos constantemente y poner el reciclaje técnico y mental como un interés permanente de las personas y de las empresas.