“La crisis sanitaria es algo nuevo, totalmente inédita para nosotros como productores y estamos aprendiendo a lidiar con ella sobre la marcha”. Así lo manifestó el titular de la UGP, gremio que se vio afectado por la desaceleración de los mercados compradores de nuestra producción, lo que implicó, además, la fuerte caída de los precios de los commodities.
La economía nacional vive una realidad sin precedentes, para la cual nadie estaba preparado. Esto incluye a los productores quienes si bien no paralizaron sus actividades deben enfrentar consecuencias externas que representan menos ingresos. En este contexto, Héctor Cristaldo, presidente de la Unión de Gremios de la Producción, comparte su visión en torno a la evolución del sector, las medidas adoptadas para hacer frente a la situación y las principales consecuencias de la crisis sanitaria.
¿Cómo describiría la dinámica que se está dando en el campo actualmente?
En los últimos 12 años en el campo se llevó adelante un proceso de cambio gradual, pero sostenido. Con la degradación del cultivo de algodón el campesino productor fue migrando a otros rubros como sésamo, maíz, soja, y otras actividades de renta como el tambo y cría de ganado. En el año 2008, 18.000 productores campesinos con fincas menores a 20 Há sembraban 145.00 Há de soja. En la última campaña agrícola esa cifra creció a 42.000 productores con menos de 20 Há quienes sembraron 875.000 Há, el 23% del área sembrada y de la producción. Hoy la producción de soja es el principal rubro de renta del campesino productor.
¿En qué aspecto el sector se ve afectado por la crisis sanitaria?
Debemos abordar dos aspectos: el interno y el externo. En lo interno, las restricciones y protocolos obligan a ajustar y cambiar usos y costumbres (reuniones, compartir tereré, etc.) pero el sector tiene una gran ventaja en relación con otras actividades: se trabaja al aire libre y sin aglomeración de gente. De todas maneras, deben tomarse todos los cuidados para evitar la propagación de la enfermedad. En lo externo trajo una desaceleración o paralización de mercados compradores de nuestra producción, lo que impacta en los precios con una caída fuerte de los mismos. Otro impacto externo, pero con consecuencias en lo interno, es el riesgo de abastecimiento en tiempo y forma de los insumos necesarios para la próxima campaña debido a la paralización de las fábricas y la desaceleración del comercio internacional.
¿Cuáles son las zonas que más resentirán el impacto de esta crisis sanitaria, que también viene acompañada de fenómenos climáticos o naturales?
Las contingencias climáticas al igual que los precios son variables sobre las cuales el productor no tiene control, pero sí puede manejar los riesgos para tratar de disminuir los impactos que generan. La crisis sanitaria es algo nuevo, totalmente inédita para nosotros como productores y estamos aprendiendo a lidiar con ella sobre la marcha. Las regiones de frontera implican el mayor riesgo debido a la interacción con nuestros vecinos, sobre todo Brasil, que está en una etapa complicada de desarrollo de la enfermedad.
¿Cómo les está afectando la baja en el caudal del río?
Atrasa la comercialización, encarece la salida y entrada de los productos de y al Paraguay, y genera un problema de flujo de caja a las empresas proveedoras de insumos para terminar de cerrar la campaña anterior y arrancar la provisión para la nueva campaña.
¿En qué medida contribuye la liberación del caudal realizada por parte de Itaipú?
Fue fundamental para todos los puertos situados aguas abajo de Ciudad del Este, ya que viabiliza el tráfico comercial en la región. Soluciona el problema logístico generado por la paralización de la circulación fluvial sobre el Paraná.
¿El traslado vía terrestre en lugar del fluvial representará más gastos operativos para las empresas?
Significa sobrecostos, retrasos y pérdida de competitividad, lo que finalmente se refleja en menores precios para nuestros productos.
Con relación a la exportación de soja, ¿cuáles son las expectativas para el cierre del semestre y la variación respecto al 2019?
Desde el punto de vista productivo, la campaña de verano 2019/20 fue muy buena, con una producción superior a las 10.000.000 de toneladas que era la expectativa inicial, ya que estimamos un resultado final de 10,5 millones de toneladas. La exportación en toneladas en el primer trimestre es inferior a la del 2019 y se debe al retraso en el inicio de la siembra por el déficit de lluvias en setiembre del año pasado que atrasó la cosecha y la comercialización. La soja está en los silos de origen, pero por la bajante del río, que retrasó la salida de las exportaciones, aparece esa menor exportación. Con el correr del año se irá equiparando y superando los números del año pasado.
Atendiendo a que la cosecha de maíz está prevista para junio-julio, ¿cómo puede afectar la situación actual?
La crisis sanitaria afectó los precios con una tendencia a la baja. La desaceleración de las exportaciones en general, y la bajante del río, en particular, pueden afectar la disponibilidad de espacio en los silos para procesar y almacenar el maíz.
Por otra parte, ¿la reducción de importaciones puede verse como una oportunidad de mayor mercado para la producción local? Temporalmente es así, pero a mediano y largo plazos la producción nacional debe seguir siendo competitiva por eficiencia y productividad para poder mantener su posición en el mercado.
¿Cuál es la postura con relación a la mención de ajuste de impuestos para el sector?
En medio de la crisis de salud que generó una parálisis casi total en la economía, proponer nuevos impuestos o aumentarlos es irresponsable porque profundizará la crisis económica, impulsará aún más el desempleo y demorará la recuperación necesaria de la actividad económica del país. Esa propuesta es como si estuvieras en el fondo de un pozo y te ofrecieran una pala como herramienta en lugar de una escalera para poder salir del fondo.
¿Cómo describiría el apoyo del sector público para con los productores nacionales?
Están con mucha predisposición a apoyar la actividad que constituye el motor de la economía paraguaya, pero los mecanismos generados no están funcionando como la gente espera. Los tiempos de la burocracia no son los tiempos de la economía real, por lo cual esperamos que se dinamicen los mecanismos financieros elaborados para que la gente pueda desarrollar las actividades previstas para la campaña en curso, y para la próxima que será fundamental en el proceso de reactivación de la economía.
¿Qué aspectos considera se deben fortalecer para mitigar el impacto del desempleo o una posible crisis económica para el sector productivo?
Además del apalancamiento financiero ya mencionado, se deben simplificar y agilizar los trámites y procesos en el relacionamiento del sector productivo con las instituciones públicas. Se debe estimular el hecho que el sector esté formalizado, desburocratizando trámites y registros engorrosos, a veces superpuestos, que solo encarecen los procesos y hacen perder competitividad.
¿Un mensaje final?
A cuidarnos entre todos en el aspecto de la salud. Son tiempos de incertidumbre en lo económico y debemos seguir trabajando más que antes de la pandemia porque solo trabajando, trabajando y trabajando vamos a superar este momento difícil por el que atraviesa el Paraguay.