Estamos atravesando un momento histórico que la mayoría de nosotros solo lo hubiera pensado como un relato de ciencia ficción o la trama de una película de cine catástrofe. Se trata de una situación tremendamente inusual que nos ha sacado a todos de nuestra zona de confort. Y cuando nuestro sentido de normalidad se ve desafiado, naturalmente buscamos soluciones. Lo importante es entender que, para encontrar una forma diferente de pensar y hacer las cosas, necesitamos crear nuevos puntos de referencia o escenarios de acuerdo a la necesidad que estamos atravesando.
Todo el mundo habla ahora del “modo Covid de vivir”, porque a partir de ahora hay hábitos que tendremos que incorporar para siempre si queremos evitar los contagios y la propagación del virus. Hábitos de higiene que hoy estamos implementando en nuestras vidas para protegernos y cuidarnos entre todos. Lo normal dejó de ser normal. Ya no podemos abrazarnos, darnos la mano, compartir un mate o tereré, pasar los domingos en casa de los abuelos o reunirnos con amigos. Nos pidieron que nos quedáramos en casa y nos asustamos porque habitualmente no pasábamos mucho tiempo ahí. Lo cierto es que hoy nuestras casas se han convertido también en oficinas y escuelas. Todo cambió, todo es diferente. Nos toca asumir responsabilidades que antes otorgábamos a otros como el aprendizaje de los chicos, las tareas del hogar, la conectividad y la efectividad laboral desde una pantalla. Hoy nos toca nos asusta. Sentimos miedo porque no tenemos el control. La carga se está haciendo pesada.
Es probable que muchas personas se sientan paralizadas y desesperadas con la situación y que este shock les nuble el camino para encontrar soluciones o estrategias. Pero para otros, el sentido de urgencia genera creatividad y rápida adaptación a las circunstancias. Me sorprende gratamente la capacidad que tiene el paraguayo para dar respuestas en medio de la tormenta. Emprendedores producen cabinas de desinfección, tapabocas, kits de prevención. Los restaurantes y cafeterías apuntan al delivery con una propuesta gastronómica diferente y variada. Una cantidad inmensa de personas colabora en las ollas populares para asegurarse de que a nadie le falte un plato de comida. Hoy no solo estamos encontrando nuevas formas de hacer las cosas sino que estamos siendo más solidarios. Miramos a nuestro alrededor más que antes, podemos ver al vecino que necesita un plato de comida, a la mamá que no sabe cómo ayudar a sus hijos con las tareas, al papá angustiado por miedo a perder su trabajo y sentimos empatía. Sabemos que solo apoyándonos unos a otros saldremos adelante.
Debemos ser capaces de comunicar desde una posición optimista y no desde el miedo, porque eso establecerá las bases para un cambio sostenible y poderoso. Debemos ser capaces de trabajar unidos y luchar por el bien común a pesar de la situación incierta que enfrentamos. Debemos ser capaces de recuperar nuestros valores para dar lugar a lo importante y trascendente.
Nos entregaron un libro en blanco para escribir la historia que queremos contar cuando todo esto termine. Empecemos a crear, innovar, aprender, colaborar, cambiar y, en todo ese proceso de transformación, no dejemos de agradecer por cada paso que damos hacia delante.
Porque pronto se romperá el capullo y volaremos libres con una mirada distinta y un espíritu renovado.