Existen 3 cosas que nos mueven cada día en esta vida y por que ende mueven a la ahora famosa “Economía”. Una canción de 1939 se titulaba “Salud, Dinero y Amor” y con amor incluyo tanto a los afectos más cercanos como también a temas espirituales; esta canción se halla atribuida a R. Schiamarella y H. Padilla. En este tiempo que estuvimos en cuarentena y vamos ahora saliendo gradualmente, creo que todos nos dimos cuenta de muchas cosas, y creo que todos también tomamos clases rápidas de economía básica.
Las calles vacías, aquí y en el mundo. ¿Qué las llenaba antes? ¿Qué movía profundamente a las personas a salir? A veces vivíamos cada día sin saber muy bien para qué; tan solo siguiendo un ritmo que nos habían impuesto. Sin embargo, fuimos forzados por un evento de salud histórico a parar y pensar. ¿Qué nos mueve a nosotros a salir, o levantarnos por la mañana? ¿Encarar una actividad y no quedarnos en la cama?
La respuesta no es tan sencilla como parece. “¡Debo ganarme la vida!” “¡Debo ir a estudiar!” “¡Debo ir a cuidar a tal persona!”. “Debo salir a comprar o vender xyz” Pero, ¿Para qué? Todo este movimiento genera “actividad económica”, pero me permito seguir preguntando...¿Para qué? Todos tenemos una razón muy profunda, y la tenemos en nuestro ADN de seres humanos, algo que recorre todo nuestro ser en cada respiro que damos. Una necesidad casi insaciable de ser aceptados, de ser queridos.
Otros ya se “rindieron” en este afán y realizan actividades para olvidar, y muchos de nosotros directamente para “no pensar”; de ahí la búsqueda de muchas actividades de entretenimiento, o en otras palabras, para “entre-tener”. Este último es uno de los motivos de mayor stress durante la cuarentena. Tener que pensar el ¿y yo para qué vivo? … En principio: Para trabajar, para estudiar, para ser “alguien”, para ser “mejor persona”, para ganar dinero; pero trabajar y ganar dinero: ¿Para qué?
Técnicamente hablando, nadie nos pidió “permiso” para existir. Por ende, en teoría hay ¿alguien o algo que nos “hizo”? ¿O fuimos generados espontáneamente? ¿Por el azar? Si esto fuera así, sería de verdad muy triste y no tendríamos prácticamente ninguna diferencia con el resto de los que compartimos esta tierra. Sin embargo, con el permiso de los curadores y editores de esta columna me permito en este mes de mayo -aniversario de nuestra Revista FOCO-, mencionar que nos guste o no, nuestro ADN, todo nuestro ser, anhela lo que es intrínseco a él, algo que todas las culturas, religiones o antireligiones saben desde muy dentro: Que algo nos llama a continuar viviendo, a amar y a coexistir con un anhelo de perdones mutuos. Que es en definitiva, el primer motor de la economía, lo que nos hace levantar cada día.
Ahora mismo, esto de continuar viviendo -como 1er motor de la economía- ya lo entendemos mejor con la situación sanitaria, pero yo me estoy refiriendo inclusive a seguir viviendo aquí, y también para siempre. Si la muerte fuera un final, y no un paso, nada tiene sentido real, y seríamos de verdad, “los más desdichados” como lo indica S.P. Tarso.
Entonces, luego de entender que este es genuinamente el primer motor de la economía, viene todo lo siguiente, a lo cual me referí en una columna escrita para el Grupo Nación en Paraguay, titulada “Volvamos a nuestras raíces”. Así, estando seguros de que nuestra vida realmente tiene un sentido mucho más largo, todo lo demás -aunque no lo creamos- pasa a ser secundario, pero necesario para generar ingresos suficientes para seguir nuestro camino en esta primera vida; así debemos ser muy inteligentes en elegir en cuáles actividades enfocarnos; y naturalmente serán todas aquellas necesidades básicas insatisfechas y nuevas necesidades que hayan nacido como consecuencia de la pandemia, empezando siempre por Alimentación, Salud, Comunicación, Socialización y Energía.
Todo lo demás será secundario por un tiempo largo. Así, que este tiempo que nos está tocando vivir, sea un tiempo para fomentar nuestras virtudes de humildad -saber y reconocer nuestras limitaciones-, sencillez -contentarnos con lo que tenemos, sin exigir más de lo que realmente necesitamos-, y agradecimiento -para empezar por estar pudiendo leer esta columna y todo lo que cada lector sabrá en su interior- y a partir de allí avanzar con la cascada de generosidad y solidaridad a la cual me referí en otra nota anterior, y a la cual quiero insistir hoy: Iniciemos una cascada de solidaridad real. Fuerza y a cuidarnos todos.