Guido Brítez Balzarini
En las horas más difíciles de su país durante la Segunda Guerra Mundial, un periodista le preguntó a Winston Churchill cuál ha sido la más poderosa arma de su país contra el régimen nazi de Hitler. Sin dudar respondió: “La que siempre ha sido: la esperanza”
Esta anécdota puede ser utilizada como marco para tratar de mitigar el impacto negativo que está ocasionando el Covid-19 en la economía y en las organizaciones de nuestro país. Por un lado, como dijo Churchill, la esperanza es lo último que hay que perder y, por otro lado, el coronavirus no se merece la ventaja de dejar a los líderes paralizados o con sentimientos de víctima. Las próximas semanas serán oportunidades para volcar energías en la búsqueda de ideas que mitiguen los impactos. John C. Maxwell tiene una frase que bien se aplica a esta situación:
“Liderazgo es ver las posibilidades que ofrece una situación, cuando los demás solo ven las limitaciones”
En situaciones como las que estamos viviendo, los colaboradores necesitan guías o un norte hacia donde focalizar su atención y energías, los cuales los líderes pueden proveer. Estos momentos requieren un liderazgo intenso para marcar una ruta a seguir y diseñar nuevas maneras de operar para superar el impacto de la pandemia. Específicamente, se puede reunir a los colaboradores y apelar a la sabiduría grupal para identificar juntos nuevas maneras de llegar a los clientes, idear nuevos productos, reducir costos y guiar a la organización hacia un futuro mejor.
Idear acciones es el mejor remedio contra la incertidumbre, el temor, la parálisis y tiene la virtud de generar ímpetu y dar la sensación de estar avanzando. En estos casos, el espíritu del líder debe ser similar al del general cartaginés Aníbal quien dijo: “Encontraremos el camino, o lo haremos”.
El líder en la post pandemia debe ser la fuerza que invita a la creatividad grupal para buscar cómo resolver problemas. Los colaboradores tienen mucha información de mercado que sus líderes no poseen y no saldrían a flote a no ser que se les pregunte. Ellos conocen muy bien a los clientes, los proveedores y el mercado. Además, es muy posible que tengan muchas ganas de dar buenas ideas al concientizar que el éxito de la organización es la mayor garantía para la continuidad de sus propios puestos de trabajo. Cuando los colaboradores participan en la génesis de las ideas, con mayor rapidez se apropian de las mismas, asegurando así una buena implementación.
Harvey S. Firestone, uno de los primeros fabricantes mundiales de neumáticos de automóvil, puso a las ideas en un pedestal al expresar:
“El capital no es tan importante en los negocios, la experiencia tampoco lo es. Uno puede tener ambas cosas. Lo importante son las ideas”.
“Si tienes ideas, tienes el principal activo que se necesita, y no hay ningún límite a lo que puedes hacer con tu negocio y tu vida. Las ideas son el mayor activo de cualquier persona. El pensamiento, no el dinero, es el verdadero capital del negocio”.
Los líderes pueden sorprenderse al conocer las ideas de sus colaboradores. Es cuestión de reunirse y juntos hacer una lista – sin juzgar – para juntar la mayor cantidad posible de ideas o soluciones, y luego al final evaluarlas, combinarlas o eliminarlas para quedarse con las más potables.
En resumen, la generación grupal de ideas es algo poderoso que los líderes y colaboradores juntos pueden hacer para mitigar los efectos de esta pandemia. Henry Ford, el fabricante de autos, realzó el valor de las ideas de colaboradores al acuñar esta frase: “Pueden tomar mis fábricas y quemar mis edificios, pero si tengo mi personal, mi negocio funcionará perfectamente de nuevo”.