América Latina y el Caribe todavía tiene un largo camino por recorrer cuando se trata de promover empleos para las personas con discapacidad y asegurar la calidad de los mismos.
La inclusión laboral de personas con discapacidad continúa siendo una materia a reforzar en la región, por está razón nos hacemos eco del material realizado por Stephanie González Rubio, consultora en la División de Mercados Laborales del Banco Interamericano de Desarrollo.
“No dejar a nadie atrás” es uno de los principios de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, que busca promover la prosperidad de las personas sin descuidar el planeta. Uno de sus 17 objetivos es promover el crecimiento económico, el pleno empleo y el trabajo decente, lo cual representa un desafío importante en el caso de las personas con discapacidad (PcD). A pesar los beneficios de incluirles en el mercado de trabajo (tan solo en Costa Rica, Chile y México, la inclusión laboral de las PcD incrementaría el PIB entre 2 y 3%), la realidad es que América Latina y el Caribe todavía tiene un largo camino por recorrer cuando se trata de promover empleos para las PcD y asegurar la calidad de los mismos.
La realidad del mundo laboral. A pesar de que se estima que casi 13% de la población en nuestra región presenta alguna discapacidad, su situación en el mercado de trabajo no es fácil. No solo trabajan de manera informal y con bajas remuneraciones, sino que la proporción de PcD que se encuentra empleada está por debajo a la de las personas sin discapacidad (PsD). Mientras que los hombres con discapacidad tienen una tasa de empleo de 24 puntos porcentuales menor a la de los hombres sin discapacidad, en el caso de las mujeres la diferencia es de 12 puntos. Asimismo, esta brecha en empleabilidad también tiene una mirada de género: las mujeres con discapacidad tienen una menor tasa de empleabilidad que los hombres con discapacidad.
A pesar de que se estima que casi 13% de la población en nuestra región presenta alguna discapacidad, su situación en el mercado de trabajo no es fácil.
A la hora de insertarse en el mercado del trabajo, las PcD enfrentan distintas barreras. Desde el lado de las PcD se encuentran los bajos niveles de educación, problemas de accesibilidad (no solo al lugar de trabajo, sino también a la información sobre procesos de reclutamiento), barreras invisibles (como la actitud social negativa que lleva a que las PcD duden de sus propias habilidades) y la sobreprotección de la familia. Por parte de los empleadores, se encuentran la escasa cultura de inclusión y diversidad, el estigma y los problemas de no tener los ajustes necesarios en el lugar de trabajo (aquellos que permiten que las PcD puedan acceder y participar tal como lo hace el resto de la población).
Iniciativas para promover la inclusión. La inclusión de PcD en el mercado laboral amerita un enfoque multidisciplinario y sistémico, ya que existen distintos tipos y grados de discapacidad (lo que conlleva a que la realidad que enfrenta cada PcD sea distinta). En países como Chile y Colombia, se ha identificado que la inclusión desde la escuela, los sistemas de intermediación laboral accesibles, el reconocimiento de la diversidad de las PcD, y una comunicación efectiva de las políticas y regulaciones laborales son algunos de los principales facilitadores de la inclusión de las PcD en el mercado del trabajo.
La inclusión de personas con discapacidad en el mercado laboral amerita un enfoque multidisciplinario y sistémico, ya que existen distintos tipos y grados de discapacidad.
Desde el punto de vista regulatorio, una de las medidas para incentivar la inclusión laboral es el sistema de cuotas de empleo de PcD, en donde el Gobierno establece un porcentaje mínimo de PcD que las empresas deben contratar. En América Latina y el Caribe, ya son 15 países los que han legislado en esa línea, fijando la cuota entre 1 y 5%. Existe poca evidencia sobre la efectividad de este tipo de regulación, pero una evaluación de impacto para Perú (en donde la tasa de empleo de las PcD es de 43,7%, comparado a un 74,5% para las PsD) muestra que se pueden utilizar medidas complementarias a bajo costo para incentivar su cumplimiento. Como parte de este estudio, la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral envió cartas a las empresas peruanas para recordarles la obligatoriedad del cumplimiento de la cuota. Tras el envío de las cartas, la probabilidad de contratar al menos una PcD aumentó en 2 puntos porcentuales. Esto da luces de que el fortalecimiento de la fiscalización podría impulsar el cumplimiento de la cuota.
Sin duda nuestra región aún presenta desafíos importantes en términos de inclusión laboral de PcD. Sin embargo, no hay que perder de vista que las PcD pueden desempeñar cualquier trabajo siempre y cuando este sea acorde a sus competencias y se cuente con ajustes razonables en el lugar de trabajo. Para asegurar un trabajo decente sin dejar a nadie atrás, en este Día Internacional de las Personas con Discapacidad recordamos que es necesario avanzar al mismo tiempo en dos frentes: la cantidad de los empleos, y la calidad de los mismos.