Su andar solitario y sigiloso por el espeso monte chaqueño queda registrado a través de radio collares y cámaras trampa. Como especie amenazada, el jaguarete logra sumar esfuerzos de diversos sectores para encontrar el camino en que la producción agroganadera y la conservación de grandes depredadores puedan ir de la mano.
Cae la tarde y cuando se debilitan los últimos rayos del sol, ese pelaje amarillento con manchas irregulares, cobra un tono rojizo fundiéndose con el paisaje del crepúsculo. Mientras oscurece, traza un serpenteante camino. Camina, salta, trepa frondosos y espinosos árboles. La noche cerrada no es limitación, por el contrario es el momento ideal para moverse agazapado, la ocasión en que suele escucharse sus temibles gruñidos y rugidos, la hora en que demuestra su poderío como cazador.
El jaguarete es de hábitos nocturnos, favorecido por una visión muy particular que le permite ver en la oscuridad. Aunque prefiere descansar de día oculto entre la maleza, no perderá la oportunidad de hacerse de alguna presa a plena luz del sol. Hoy es posible establecer con precisión sus movimientos en el Chaco paraguayo, a través del uso de radio collares con tecnología GPS.
La bióloga Marianela Velilla, investigadora del Programa Nacional de Incentivo a Investigadores del Conacyt, asociada de Guyra Paraguay busca desarrollar y aplicar enfoques innovadores para la conservación a largo plazo de esta especie que se encuentra en peligro de extinción, en armonía con las actividades productivas.
Dentro del Programa Yaguareté/Jejaporâ Jaguarete, Marianela es responsable técnica del proyecto que usa radio collares para el monitoreo de jaguaretes –financiado por Conacyt a través del Programa Prociencia– cuyo objetivo es estimar el uso de hábitat en paisajes fragmentados del Chaco paraguayo y establecer áreas clave para la conservación. El puma, aunque no está en peligro de extinción, también está contemplado dentro de este estudio.
Marianella Velilla, bióloga e investigadora de Guyra Paraguay.
"Queremos determinar los movimientos de los animales para poder establecer corredores, áreas importantes y entender cómo el paisaje productivo chaqueño es percibido por los grandes depredadores", detalló la investigadora.
La información que el proyecto va a generar es de importancia crítica para la supervivencia a largo plazo de estas especies, teniendo en cuenta que actualmente se carece de información de calidad sobre la ecología del jaguarete y el puma en Paraguay, el avance de la deforestación en el Chaco paraguayo, y la importancia que las poblaciones chaqueñas tienen para la conservación de los grandes felinos.
La expectativa es que los resultados de esta investigación sirvan de base para la planificación de corredores y fomenten el desarrollo económico sostenible en la región Occidental del Paraguay. "Queremos usar a estos dos depredadores para entender las implicaciones ecológicas de la conversión del hábitat en el Chaco de Paraguay y contribuir con una planificación adecuada para mantener la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que los mismos proveen. Y a la par, continuar con las actividades económicas tradicionales", indicó.
Zona de acción. Actualmente, el jaguarete se encuentra en ciertas áreas del Bajo Chaco, el norte del Chaco seco y el pantanal. "La región es sumamente importante para conservar al jaguarete en Paraguay y los países limítrofes hacia donde cruzan. Pero más del 90% de la tierra está en manos privadas en el Chaco, por eso la conservación de la fauna en general solo será posible si se trabaja con el productor", ratificó Marianela.
La amenaza para el jaguarete radica en la pérdida de hábitat y también en la persecución debido al conflicto real o potencial con el ganado. "Una cosa lleva a la otra porque cuanto más hábitat se pierde, menos espacio tiene y más entra en contacto con el ganado. Si bien existe un esfuerzo inicial hacia una relación de tolerancia con la Ley de la Panthera Onca, la misma es difícil de aplicar, a pesar de su buena intención. Por ende, sigue siendo más fácil matar al animal", advirtió.
Guyra Paraguay.
Para Marianela, es fundamental escuchar al productor y a partir de ahí ver cómo generar soluciones. "Ellos son los que conviven en el campo con los animales y escucharlos es parte vital del proceso hacia un trabajo conjunto. Imaginemos que un jaguarete macho en el Chaco seco necesita de alrededor de 50.000 hectáreas en donde vivir, entonces la superficie que necesita es muy grande, y requerirá atravesar varias propiedades y los parques nacionales no son suficientes", indicó.
Aporte tecnológico. Hasta el momento se han colocado tres radio collares de los seis que fueron importados inicialmente en el marco del proyecto. Equipados con tecnología GPS y UHF, los collares envían señales vía satélite y los investigadores reciben los datos de los movimientos y ubicación por correo, una o dos veces al día, o incluso una alerta cuando el animal no se está moviendo.
"Cada collar tiene un costo de USD 2.500. Fueron traídos de Estados Unidos en base a especificaciones remitidas a la casa fabricante, porque los mismos requieren una estimación del peso del animal y ciertas características para soportar por tiempo prolongado el ambiente chaqueño y los embates de esta especie en permanente movimiento", explicó.
Foto: Maly Flores
Colocar el collar no es tarea fácil. Con la ayuda del biólogo norteamericano Rocky McBride, muy experimentado en la captura de felinos, los investigadores se internan en el Chaco. "Básicamente las capturas se hacen con ayuda de perros entrenados para seguir los rastros del jaguarete. Eso lleva su tiempo, tiene un costo, y pone a prueba la paciencia", aseguró Marianela.
Al amanecer, el equipo parte en camioneta con los perros, y en el monte buscan huellas más o menos frescas. Los canes siguen los rastros y los biólogos van detrás. Si tienen suerte de toparse con un jaguarete, lo más probable es que éste se suba a un árbol. El paso siguiente será anestesiar al animal con un dardo tranquilizante muy seguro.
Foto: Viviana Rojas
Unos minutos después, cuando el animal empieza a marearse, el equipo espera con redes su caída. Una vez dormido, empieza el procedimiento de colocación de collar y verificación de su correcto funcionamiento. Se aprovecha para pesarlo, medirlo, medicarlo, y revisar su dentición. En una hora el animal volverá a reincorporarse y el equipo se retira del lugar. De ahí en más llegará la valiosa información por señales satelitales.
Más datos en imágenes. Entre la densa vegetación, un jaguarete salta ágilmente y antes de perderse en el camino su paso queda grabado en imágenes a través de cámaras trampa colocadas en establecimientos ganaderos del Chaco. Con esta tecnología trabajan de manera conjunta investigadores de la Facen (Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNA) y la Wildlife Conservation Society (WCS), con financiamiento del gobierno, a través del Conacyt.
Andrea Weiler, bióloga de FACEN-UNA.
La bióloga Andrea Weiler de Facen lidera el proyecto que utiliza cámaras trampa y que busca probar técnicas, medir la efectividad de las mismas, con el fin de reducir la depredación del ganado por parte de los jaguares. "Estamos probando tres técnicas: los cercos eléctricos, luces Led conectadas a paneles solares que se encienden y apagan en forma intermitente y la colocación de cencerros en los animales para que hagan ruido cuando pastorean", comentó.
La bióloga de FACEN- UNA, Andrea Weiler, colocando una cámara trampa en un establecimiento ganadero en el Chaco.
Con estas "molestias" se trata de sacarles el incentivo de querer atacar el ganado. "El jaguar es muy oportunista, come lo que le resulta fácil capturar. Paralelamente a estas técnicas, monitoreamos con cámaras trampa para saber no solamente por donde se mueven sino también si tienen presas naturales que comer como venados o pecaríes que son parte de su alimentación", indicó Andrea.
El jaguarete ocupa grandes superficies, pero su densidad poblacional es baja. "Un macho generalmente no comparte territorio con otro, pero sí puede hacerlo con más de una hembra. El territorio más grande que se comprobó recorre un macho adulto es de 300 km cuadrados, mientras que las hembras entre 60 o 80 km cuadrados. Esto hace que el jaguar salga de las áreas protegidas o reservas privadas e indefectiblemente entre a los campos de producción ganadera", mencionó la bióloga de Facen.
Según Andrea, no debemos desconocer que la base de nuestra economía es la agricultura y la ganadería y la producción de energía y que el avance de las fronteras agropecuarias hace que esas zonas prístinas se vayan reduciendo y fragmentando. Esos parches de agricultura y o de pasturas dentro del hábitat reduce los corredores a través de los cuales se mueven los jaguaretes y otras especies.
"También tratamos de hacerles entender a los productores que cuando uno cría ganado en un hábitat en el que coexisten grandes felinos se debe contemplar dentro del riesgo, la pérdida económica de la depredación, que incluso no suele ser la principal causa de mortandad. El jaguarete es un patrimonio biológico de todos los paraguayos, pertenece tanto al que tiene campos como al que no tiene ni una sola hectárea a su nombre. Entonces el productor no solo es gerente de su producción sino también de la conservación de los recursos naturales que hay dentro de su propiedad", afirmó Andrea.
Hoy ya cuentan con más de 100 mil hectáreas en el Chaco de productores comprometidos. La idea es seguir creciendo con el único y principal objetivo de conservar al jaguar en zonas productivas. Demostrar que es posible la coexistencia de felinos y ganado vacuno.
"Estaré contenta cuando yo me pueda retirar del Chaco sabiendo que los productores siguen conservando al jaguarete por propia iniciativa, porque ellos tienen esa responsabilidad dentro de su esquema productivo. Eso buscamos a largo plazo y a corto plazo acompañarlos, probar las técnicas e ir mejorando según las necesidades de cada caso", sostuvo Andrea.
La continuidad a futuro del jaguarete será inevitablemente rodeado de cultivos y campos de producción pecuaria. En ese contexto la Secretaría del Medio Ambiente (Seam), autoridad de aplicación de lo que son las leyes ambientales, elaboró un Plan de Manejo de la Plantera Onca o Jaguarete en cooperación con WCS y la Itaipú Binacional, según expresó Darío Maldelburger, director general de protección y conservación de la biodiversidad de la Seam.
La Ley 5302/2014 de Protección y Conservación de la Pantera Onca menciona en su artículo tercero la necesidad de elaborar un plan de manejo. Este se concretó tras dos años de trabajo, lográndose un documento que fue muy socializado en talleres con diferentes instituciones.
"Antes el ganadero que tenía la presión de un jaguarete en su propiedad, nos pedía que lo quitemos de ahí y se lo llevemos a un área protegida. Pero cada sitio tiene su capacidad de carga, no podemos poner más de un ejemplar en un hábitat. Ahí le explicamos que hay costos ambientales que sí o sí sufrirá como la pérdida de ganado pero que hay formas de minimizar el impacto. Primero creían que les iba a salir muy caro, pero ahora se dan cuenta que con una pequeña inversión encuentran el equilibrio. Muchos han puesto cámaras trampa y hasta compiten por quien tiene el mejor jaguarete en su propiedad. Pero esto surge de un trabajo en conjunto con ONGs, investigadores y autoridades locales", señaló Darío.
Rocío Barreto, directora de Vida Silvestre de la Seam, dijo que el Plan de Manejo contempla una línea de investigación y visión ecoregional. "Necesitamos más investigación para saber aproximadamente cuántos individuos nos quedan y enfocarnos en metodologías más apropiadas para el avistamiento. Se están haciendo esfuerzos para tener la mayor cantidad de cámaras trampas en áreas silvestres protegidas y propiedades que nos brinde es información", aseguró.
El plan brinda numerosas sugerencias y habla de políticas públicas, y en este contexto Rocío afirmó que una línea de acción muy importante para la conservación sería establecer más normativas y mejorar las existentes.
El jaguarete deja su huella como un paso fundamental para que la sociedad pueda decidir si seguirá aunando esfuerzos para convertirnos en un país productivo que conserva su biodiversidad.